La historia de Calixto Garmendia narra la vida de este hombre, que vivía en un pequeño pueblo muy alejado en la sierra. Tenía un negocio muy próspero como carpintero y además contaba con unas tierras en las que sembrara comida para él y su familia.
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Era muy respetado en el pueblo, por lo que no se sentía atemorizado de enfrentarse a las autoridades locales y en estas surgió un desagrado por él.
El pueblo fue atacado por una epidemia de tifo. Los muertos fueron tantos que ya no había espacio para enterrarlos. El alcalde del pueblo decidió tomar represalias por todos los años de rebeldía de Calixto y le quitó las tierras, aún cuando había granjeros mucho más ricos que él y con más tierras.
Calixto Garmendia reclamó el pago que se suponía que iban a darle por sus tierras, pero no importó cuanto reclamara, jamás vio un centavo.
Pero lo que hace esta historia tan parecida a la realidad es el hecho de que este crimen era conocido fuera de ese pueblo por altos funcionarios de Lima, ya que Garmendia había gastado todo el dinero que tenía ahorrado enviándoles cartas de reclamo, que tenían la autoridad de detener la injusticia, pero no lo hicieron. Este es un triste escenario que se repite en cualquier pueblo lo suficientemente alejado de la ciudad como para que las personas no tengan la oportunidad de llamar la atención.